Un día para la historia y el recuerdo
Lo vivido el pasado Sábado en nuestra ciudad ya se ha calificado como histórico y grandioso para la ‘Córdoba Cofrade’, pero sin duda, ese calificativo se quedaría corto para describir lo vivido ese día para nuestra Hermandad.
Tres años de ausencia en las calles del Viernes Santo, se vieron sobradamente recompensadas por poder vivir esta jornada con nuestro Titular en la calle, en pleno mes de Septiembre, con un barrio que esperaba con emoción y anhelo el volver a ver al Señor del Campo de la Verdad en la calle.
La alegría y la emoción de los hermanos, que frustrados año tras año al ver que se truncaba de nuevo la Estación de Penitencia, el Sábado se vio esa tristeza se convertía en emoción y en orgullo de poder haber sito participes de un acontecimiento histórico para la ciudad, pero sobre todo para nuestra Hermandad.
A las 19.20 horas, diez minutos antes de lo previsto, las puertas de nuestra sede se abrían para que poco después asomaba de nuevo el imponente Misterio del Santísimo Cristo del Descendimiento y con los sones de la Marcha Real, las emociones de la gente del barrio y de los hermanos que contemplaron de nuevo la escena, saltaron a la vista. «Cuando tiempo hemos esperado» se escuchaba decir a algún hermano que contemplaba la salida.
Esta salida además, era doblemente emocionante, por que por fin, pudimos ponernos en la calle, y desde el corazón, llevar a nuestros hermanos Joaquín y Rafael a compartir este histórico momento con nosotros, ya que a buen seguro, ellos habrán disfrutado y compartido la misma emoción desde el cielo.
El Misterio lucía su clásico clavel rojo, y las imágenes secundaría sus mejores ropajes, espléndidamente ataviadas por nuestro hermano Antonio Villar, en especial, la Virgen del Refugio, que lucía bellísima con saya azul bordada en oro.
Otra de las novedades se centro en el acompañamiento musical, que para la ocasión contó con la prestigiosa formación de la Hermandad de Santa Genoveva de Sevilla, la banda de cornetas y tambores de Ntro. Padre Jesús Cautivo, que puso sus magníficos sones durante todo el recogido, haciendo gala de su compromiso y buen hacer acorde a la importancia del acto, y del grado de implicación con nuestra Hermandad, soportando el retraso que acumuló la celebración y las tardías horas de regreso a nuestro Templo sin que ello impidiera que se vaciaran en entregar sus sones al Señor del Campo de la Verdad.
El regreso recordó a aquellos años en los que la Hermandad regresaba a su casa pasados el umbral de las tres de la madrugada, acompañada de su gente, y en esta ocasión de sus hermanos que no pudieron participar en el cortejo.
La brisa de la madrugada, volvió a acariciar el sudario del Stmo. Cristo del Descendimiento cuando éste atravesaba de nuevo el Puente Romano.