Un final lleno de esperanza en este Viernes Santo
Como en días anteriores las cofradías han expuesto a sus titulares, en un día en el que la pandemia ha frustrado estrenos como la llegada a carrera oficial de La Conversión
El Viernes Santo 2021 ya es casi historia. Está a punto de concluir la Semana Santa de un año en el que la devoción popular se ha
Como en días anteriores las veneraciones públicas de las imágenes se alternaron con actos solo para los hermanos, así como con la celebración de los Oficios de la Pasión y Muerte del Señor. No obstante, fueron muchas las horas en las que los cordobeses pudieron acercarse a los templos para contemplar a las imágenes, un hecho que se produjo desde primeras horas de la mañana de este Viernes Santo donde en algunos templos, sobre todo los más céntricos, ya había gente contemplando los respectivos altares.
Así ocurrió en la plaza de Capuchinos donde fue un no parar para ver a la Señora de Córdoba, la Virgen de los Dolores, que en su camarín esperó la visita de los cordobeses. La Virgen de los Dolores lució sobre su peana recién restaurada y exornada con rosas blancas. A sus pies, entre los faroles de su paso, estuvo expuesto el Cristo de la Clemencia también exornado con rosas, en esta ocasión rojas.
A medida que avanzaba el día se fue notando la presencia de gente sobre todo en templos como San Pablo, cuyas puertas se abrieron temprano para contemplar a los titulares de la hermandad de la Expiración. El Cristo de la Expiración con una extraordinaria altura estuvo en un lateral del altar mayor de San Pablo sobre un calvario natural salpicado de rosas rojas y calas, a sus pies la Virgen del Silencio, mientras que en su capilla se encontraba la Virgen del Rosario sobre un altar de plata conformado con los respiraderos de su palio y exornada con rosas blancas. Por la tarde la cofradía celebró el Sermón de las Siete Palabras, creando un ambiente sobrecogedor alrededor del Cristo de la Expiración.
Al otro lado del río , en el Campo de la Verdad, no había ni rastro del bullicio que cada año envuelve a la hermandad del Descendimiento en su salida procesional, por el contrario, a pesar de que fueron muchos los que visitaron a las imágenes, todo fue sosiego y quietud. El Cristo del Descendimiento estuvo expuesto con todo el misterio en su capilla y la Virgen del Buen Fin entronizada en su habitual capilla donde recibe culto diario, exornada con distintas piezas de su paso de palio como el respiradero frontal o la candelería.
Un Viernes Santo que tampoco dejó que la Virgen de la Soledad hiciera historia al cruzar por primera vez el dintel de su nueva sede canónica, la parroquia de Santa María de Guadalupe, por el momento se tuvo que conformar con las numerosas muestras de cariño del barrio de Levante que no cesaron desde que se abrieron las puertas del templo. La Virgen estuvo expuesta en el centro de la parroquia vestida fiel a la iconografía de la Soledad con saya blanca y manto negro al pie de la cruz.
Y en la iglesia de la Compañía durante la jornada se veneraron a los titulares de la hermandad del Santo Sepulcro, el Señor en su antigua urna y tras él la Virgen del Desconsuelo, san Juan y la Magdalena al pie de la cruz de la que pende el sudario. Todo sobre un sencillo pero elegante altar en el que Córdoba asistió ayer en esta especial Semana Santa al Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo.
Este Viernes Santo, como los demás días de la semana, el obispo de la diócesis, Demetrio Fernández, recibió en la Catedral a las hermandades de la jornada en el acto conjunto que viene celebrando día a día.
A diferencia de los anteriores días la exposición al Santísimo se cambió por el acto de adoración a la cruz . En su homilía el obispo volvió a agradecer a las cofradías el trabajo que realizan en torno a la piedad popular. Dando “un testimonio de verdadera devoción, de verdadera piedad”. De este modo, “la ciudad entera ha estado en movimiento para ir a visitar a las imágenes, venerarlas y ofrecerle el cariño que la pandemia no ha desterrado, ni menguado”, concluyó.
Concluía un Viernes Santo que privó a la ciudad de estrenos esperados como la primera entrada en carrera oficial de la hermandad del la Conversión, un estreno previsto para el pasado año que la pandemia impidió y que este año sin procesiones tampoco se ha podido hacer realidad. Como tampoco se ha podido materializar la primera y esperada salida procesional de la Virgen de la Soledad desde su nueva sede canónica la parroquia de Santa María de Guadalupe (Franciscanos) donde se trasladó el pasado año.
Con estos proyectos frustrados acaba este histórico Viernes Santo, con la esperanza de que más pronto que tarde se puedan cumplir y podamos ver de nuevo un Viernes Santo con total normalidad. Por el momento, solo queda esperar y quedarse con el cariño que los cordobeses han profesado durante todos estos días de Semana Santa al bien más precisado de una cofradía, sus sagrados titulares.